martes, 17 de septiembre de 2013

Lección de historia



Cuando llegamos al Fuerte de la Guardia del Norte todo estaba tranquilo, algunos compañeros ya estaban allí, pero no llegamos los últimos. Nos instalamos y tuve una pequeña reunión con los líderes de los otros escuadrones. Aunque di parte e informé de lo ocurrido en el aserradero y en el Pueblo de Norath, no quise decir nada sobre el extraño encuentro con la misteriosa criatura el día anterior. Tras esto, avisé de que tenía un asunto que atender cerca y que saldría con un par de mis hombres. Necesitaba saber más acerca de que es lo que pretendía quien quisiera que fuese aquella voz de la cripta. Justo cuando preparaba mi caballo, apareció por la puerta Keirath y los tres hombres que mandé a avisar a los pescadores del Pueblo de Norath. Decidí llevarla conmigo, con ella sería suficiente, no necesitaba más hombres. Ella aceptó la orden y partimos de inmediato en dirección norte, nos dirigíamos a la Tierra del Viento Cortante, que por aquel entonces era una península más al norte incluso que el fuerte en el que estábamos. No estaba habitada, ya que se trataba de un pequeño cacho de tierra completamente llano y yermo en el que el viento helado de la costa soplaba con fuerza y parecía casi cortar la piel. 

Tardamos apenas un par de horas en llegar a caballo, dejamos los caballos atrás y comenzamos a vagar sin rumbo aparente a lo largo de la llanura. Keirath estaba acostumbrada a cumplir órdenes sin cuestionar, pero aquella vez me preguntó: -Maestro, ¿Qué nos trae a esta tierra baldía?- Sin saber muy bien que decir, respondí: -En realidad no lo sé ni yo, pero tengo que verme aquí con alguien, y prefiero que no sepas más.- Ella asintió y guardó silencio.

Caminamos un rato más, hasta que de pronto volví a notar aquella presencia, ese aura, pero era diferente, esta vez se notaba más cálida a pesar del clima del lugar. Hice un gesto a Keirath y buscó refugió tras un solitario árbol que resistía el viento en lo alto de una pequeña colina. Yo avancé con cautela, la presencia se volvía cada vez más intensa, pero no veía nada a pesar de que a mi alrededor no había ni arboles ni rocas, ni ningún lugar donde esconderse.  Pero sin previo aviso, una flecha rojiza me pasó silbando por encima del hombro casi rozándome el pelo. En el instante en el que la flecha pasó, apareció ante mí una figura de una mujer vestida con ropajes negros y una capucha que no le dejaba ver la cara. Antes de que ninguno pudiese reaccionar oí un grito ahogado detrás de mí, y comprendí que había alcanzado a Keirath. 

-¡¿Por qué has hecho eso?! ¡Es una de los mejores de mi escuadrón!

-Tranquilízate, era una flecha con veneno paralizante, estará bien dentro de unas horas.

-De acuerdo, empecemos por el principio ¿Quién eres y que quieres?

-No, cada cosa en su momento. La situación es mucho más grave por así decirlo, de lo que vosotros, cachorrillos podéis ver. Como espero que ya sepas, la Guardia Negra, tu “enemigo”, está gobernada por varias familias de vampiros muy poderosos; lo que no sabes es que de las cinco familias que había hace un mes, quedan dos, o prácticamente una…- Tras esto hizo una breve pausa y bajó la mirada un instante.

-Pero eso es imposible… o… quizás no, claro, ¿Me estás diciendo que una de las familias ha traicionado y matado al resto?

-Yo diría más bien “cazado”. Hace cientos de años, tras la última gran guerra entra vampiros y hombres bestia, que llevó a la derrota y casi total extinción de los últimos, las familias de vampiros que vencieron decidieron establecer un “equilibrio”, no intervendrían en política ni en guerras ni nada parecido, como los licántropos más poderosos habían muerto, no tenían nada que temer y pactaron el legar a sus descendientes un mundo en paz.  Pero como resulta evidente una familia se ha cansado de esto… La familia Nufret  ha destruido literalmente al resto de familias, incluida la mía. 

-¿Pero porque me cuentas todo esto?

-Calla y escucha, si prestas atención puede que tu primitivo cerebro de bestia lo comprenda. Una de las cuestiones que ahora tu mente se pregunta es: ¿Qué tiene que ver esto con la posible guerra, y por qué estos ataques de vampiros? Muy simple, hay gente que solo desea ver el mundo arder. Lo que la familia Nufret quiere destruir, a es ese “equilibrio” que hay, de este modo podrán excederse con los humanos tanto como gusten, gobernar el mundo y esas niñeces. Y la forma más fácil de derrotar al mundo, es que se derroté el mismo, haciendo estallar una guerra. ¿Lo vas pillando?

-Si…. Creo que si…

-Perfecto, veamos no tengo mucho tiempo, ni tu tampoco…  una vez explicada la situación la pregunta es: ¿Por qué creo que te necesito? Muy simple, si todas las familias de vampiros poderosos han sido erradicadas, ¿Quién queda que pueda hacer frente a los Nufret? 

-Los Diez Guardias les haremos frente como podamos.

-No seas estúpido, no tenéis nada que hacer contra ellos, ¿acaso no te he dicho que hace siglos que exterminamos a todo ser medianamente poderoso de tu especie? No, no hay nada que puedas hacer… ahora, pero te he estado observando, tú destacas entre los demás, eres la culminación de la actual línea evolutiva de tu especie. Debes permanecer conmigo, yo te entrenaré o más bien te mantendré con vida, aprenderás como desarrollar el potencial de tu especie. La guerra es inevitable, lo único que podemos hacer es compensarla, es una guerra que no podemos ganar, pero no debemos perder, tan solo podemos alargarla hasta que seamos lo suficientemente fuertes como para derrotar al enemigo.

-¿La guerra es inevitable? Pero si estamos en el norte es precisamente para evitarla, además yo soy miembro de la Hermandad, no puedo irme contigo como si nada. Volveré al fuerte e impediré la guerra. 

-Estaba claro que ibas a decir eso, vuelve al fuerte y cuando veas que tengo razón, reúnete conmigo al otro lado del Muro Gris, en la vieja Torre del Colmillo Afilado.

Tras decir esto, se volvió a desvanecer y un viento aún más fuerte sopló hacia el este. Estaba confuso y un poco cabreado así que sin pensar en nada volví a por Keirath, la cargué inconsciente en el caballo y cabalgamos hacía el fuerte.

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