lunes, 19 de agosto de 2013

El pueblo de Norath



El viaje al norte continuó, dejamos atrás el Bosque de Jorn, viajamos durante la tarde y parte de la noche para llegar al pueblo de Norath lo antes posible. Cuando alcanzamos el lugar no faltaba mucho para que amaneciese y el pueblo descansaba en silencio sumido en la oscuridad de aquella maldita noche sin luna. Un mal augurio sin duda, las noches así solíamos quedarnos a cubierto, dormir y descansar. Aunque ninguno necesitábamos dormir, decidimos hacer noche allí, o por lo menos lo que quedaba de noche. Así que entramos en silencio a un viejo establo vacío y sin perturbar la afonía de aquel pueblo dormido y vigilamos por turnos. No nos sorprendió no ver a nadie esa noche, debido a la hora y el viento helador que corría por las calles era normal que nadie estuviese despierto y menos fuera de casa. 

Cuando salió el sol, salimos del establo, y por un momento fuimos cegados por la propia luz del majestuoso astro, sentimos el calor de un nuevo día en nuestros rostros, que sensación más agradable, aquel sol de mañana de invierno resultaba cálido aunque la temperatura ambiente fuese muy baja. Acto seguido, al bajar la vista hacia el resto de casas del lugar, simplemente no vimos a nadie. Esta vez si que nos sorprendió, el sol ya se alzaba suficiente como para que las gentes del pueblo se hubieran puesto en marcha con sus trabajos y faenas. El lugar estaba desierto, los tres pequeños puestos que formaban el mercado, vacíos, las puertas de las casas, cerradas, pero no había marcas de lucha, ni saqueos, no parecía que hubiese habido un enfrentamiento de ningún tipo. Me asusté, encontrarse con unos vampiros que atacaban un pequeño asentamiento como en el aserradero era una cosa, pero encontrar todo un pueblo sin un alma, eso sí que era raro. Así que mandé a Havok, mi halcón, a que sobrevolase el pueblo y alrededores en busca de cualquier indicio o pista acerca del paradero de los habitantes del pueblo. 

Di la orden y nos separamos en grupos en silencio, todos en parejas menos yo que fui solo. Poco a poco registramos casas, tiendas, establos, todas las casas en general. De repente se oyó  el reclamo del escuadrón, alguien había encontrado algo importante, deje lo que estaba haciendo y fui a salir de la casa, pero noté un movimiento detrás mía, y antes de que pudiese reaccionar, algo se abalanzo sobre mi espalda clavándome unas garras largas y afiladas en los hombros, solté un grito que fue más un rugido que grito y con un movimiento prácticamente instintivo me di la vuelta y estampé lo que fuese que tenía clavado en la espalda contra el quicio de la puerta, las garras se quebraron quedando parte de ellas aun clavadas en mi espalda. Algo relativamente pequeño calló al suelo y salió corriendo antes de que lograse ver bien de que se trataba. Enseguida llegó mi escuadrón donde estaba yo arrancándome las garras que parecían ser como uñas alargadas y muy gruesas. Tras terminar de extraerlas me reí en voz alta al descubrir que el extremo de las garras que no se había hundido en mi piel tenía un cacho de carne, quiero decir que también se había partido un pedazo de los dedos de los que salían las garras. Esa inmunda criatura era rápida y sigilosa, pero también era estúpida, como consecuencia de sus amputados dedos, iba dejando un rastro de sangre perfectamente rastreable. Me dispuse a seguir el rastro cuando Keirath, una guerrera formidable y mi mano derecha dentro del escuadrón, me llamo la atención y di media vuelta. Keirath era una joven hermosa, pero alta y muy fuerte, sostenía en su mano derecha sin esfuerzo una de esas criaturas amordazada y atada en forma de bulto. Se retorcía y maldecía en alguna lengua incomprensible, me acerque a la orgullosa guerrera  mientras mis heridas se cerraban en cuestión de segundos, le puse mi mano derecha en su hombro izquierdo y dije con tono amable: -¡Buen trabajo Keirath!, como siempre.- y reí orgulloso de ella. Se sonrojó levemente y alcanzó a decir: -Gra-gracias.- Soltó de golpe al prisionero que calló con un golpe sordo al suelo, sin duda se golpeó bien fuerte la cabeza pero siguió gritando y maldiciendo. Mandé a cuatro miembros del escuadrón a buscar a mi atacante e interrogue  al que estaba atado, pero me ignoró así que le arranque las garras de cuajo y profirió un grito sordo. Pero no dejo de chillar y forcejear, estaba claro que se trataba de alguna clase de ghoul, esclavo de algún vampiro, que seguramente había atacado el pueblo. Resultó evidente que el monstruo no hablaría ya que simplemente era incapaz de entender y hablar nuestro idioma. Levante la mirada hacia uno de mis hombres, hice un gesto de aprobación y me  fui hacia el porche de la casa de enfrente donde esperaba Havok. El halcón se posó en mi hombro y me susurró lo que había visto al oído mientras a mis espaldas se oía el sonido de un filo de acero que cortaba el aire y luego atravesaba la cabeza del ghoul partiendo su cráneo en dos. Los gritos cesaron y el silencio reinó de nuevo.
Una vez recibida la información de la privilegiada vista aérea de Havok, me acerque de nuevo a mi escuadrón,  mientras llegaban los cuatro hombres que había mandado a por la segunda criatura, la traían arrastrando, atada de pies y manos, y sangrando como un cerdo en día de matanza, con su tamaño y esa pérdida de sangre no tardaría en caer inconsciente, pero como no tenía ningún valor para nosotros, lo ejecutamos igualmente. Quemamos los cuerpos en una pequeña hoguera, y mientras contemplábamos los cuerpos ardiendo de aquellas viles alimañas, informé a mis hombres sobre la visión de mi halcón: -La situación es esta: Al parecer no todo el pueblo estaba aquí cuando los vampiros atacaron, es la temporada de pesca de atunes  gigantes y la mayoría de las gentes del pueblo están al otro lado de esas colinas, en la costa norte, hay un pequeño asentamiento allí que usan en temporadas de pesca como la actual, tuvieron suerte. Los pequeños desgraciados que hemos encontrado deben de ser los encargados de vigilar el pueblo durante la pesca.-  Los hombres respiraron aliviados ante la noticia y un segundo después Keirath dio un paso adelante y preguntó: -Maestro, ¿crees que puede ser obra de los malditos a los que dimos caza en el Bosque de Jorn?.- Asentí levemente y dije: -Posiblemente sea así, este ataque fue sin duda una chapuza, no me sorprendería lo más mínimo que se tratara de aquellos que matamos el otro día. De todas formas debemos ir a la costa a advertir a los aldeanos del ataque. He mandado a Havok al Fuerte del Río Verde a por refuerzos para que patrullen y protejan esta zona durante unos días por si nos equivocamos. Nosotros no podemos retrasarnos, debemos continuar nuestro viaje y alcanzar el Fuerte de la Guardia del Norte cuanto antes. ¡En marcha, partimos de inmediato, empaquetar los bultos, y cargad los caballos!- Como no había tiempo que perder, mandé a Keirath que tomara tres hombres y los caballos más veloces para desviarse y avisar a los aldeanos de la costa. Nos encontraríamos en el Fuerte de la Guardia del Norte.

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